2010

miércoles, 26 de marzo de 2008

La parte de mi corazón que no quiero tener

He llorado en el rincón de siempre, pero ningún lugar funciona como refugio a mi vergüenza, he limpiado mi rostro muchas veces, pero de nada sirve si no puedo desempañar el vaho de mis ojos. Me arrodillé, pedí disculpas, pero ni yo misma podría perdonarme.
Dormí, tuve pesadillas, desee nunca despertar y no volver a soñar nunca.
He mirado mi reflejo y descubierto que una vez más, la imagen de ahí dentro ha dejado hace mucho de imitar mis movimientos.
Usé máscaras color tristeza, adorné con cicatrices la fachada de mis problemas. Sabes lo que se siente, despertar un día sin estar segura ni del suelo en el que pisas, creer quien eres y de pronto desconocerte, ser exiliada de tu propia vida, caminar por instinto, sin saber si realmente lo que quieres es retroceder. Nunca planeé esto para mi autobiografía.

Ya he llorado en el rincón de siempre, la esquina entre el escritorio y la pared, abracé las rodillas contra mi pecho como cuando era niña, a oscuras otra vez me derrumbé. Porque sé que ningún lugar sirve como refugio al sufrimiento, párpados translúcidos en una pesadilla, que ninguna cosa que haga podría ser remedio para arreglar emociones, insepultas, que rondan por los cementerios de la memoria y que ocultan, los más terribles secretos para los que nunca existirán rosas blancas, ni lágrimas, ni tumbas.

jueves, 20 de marzo de 2008

Recordé que te lo debo...

(QUE MANERA DE VER EL RELOJ SOBRE LA SABANA...)

Yo te diré
que no tengo manera de ver el tiempo
más que dentro de tus ojos.

Que no tengo idea de quién es Zaha
la que te ama
ni del gancho azul, ni del oso.

Que muy a penas alcanzo
a ver tu nombre, de reojo
transcurriendo sobre mi memoria
reflejándose en el espejo.

Que el tic-tac del reloj
hace aún más profundos tus silencios
que el tiempo contigo arde sin dejar cenizas
y duermo.

Parece que duermo
pero te extraño
antes de saberte sobre mis sábanas
malgastaba mi tiempo

Y escribo
mientras observo el reloj paralizado, en movimiento
y te veo
deslizándote sobre mí más allá de los sueños.

A veces siento
que no es el tiempo
si no tú
el que me hace falta.

Te quiero.

martes, 4 de marzo de 2008

Pour mon meilleure ami il laisse mourir

Alguna vez oí que en el camino uno debería buscar a los amigos como a los buenos libros, que no es preciso tener muchos, sino los mejores.

Cuando entras a una librería, la mayoría de las veces ya tienes en mente el título del texto que esperas encontrar, tu autor preferido, el de la reseña que leíste el otro día o el que te recomendaron, pero no te das cuenta de que aquellos volúmenes aparentemente indefensos son los que a ti te elijen, que cuando menos te lo esperas llega a tus manos uno de ellos que al principio no considerabas porque simplemente no sabías nada acerca de él; sin embargo, al hojearlo descubres que tienen en común más de lo que pudiste haber imaginado, y lo siguiente que recuerdas es que terminas saliendo de aquella tienda con esa sensación extraña de que ese libro que adquiriste no es de esos best sellers que desaparecen conforme disminuye la euforia de las masas, o de aquellos que se quedan acumulando polvo sobre la repisa, sino que inexplicablemente, lo sientes para toda la vida.

Conozco la historia de dos amigas, que al principio de conocerse a penas y cruzaban miradas, que eran tan distintas pero que un día lograron que esas diferencias crearan un vínculo tan grande, capaz de hacerlas patear botes por las ventanas del dojo y saltar domis.

¿Recuerdas?

La receta de la nieve de pistache y la vez que salimos corriendo por el estacionamiento y, que en vez de seguir corriendo te detuviste absurdamente tan sólo para gritar !Ay, Señor!
El día de la competencia en el que salimos corriendo con el karategui a comprar pilas.
Cuando simplemente nos sentábamos en la plaza de enfrente para quedarnos en silencio por horas.
Hay tantas cosas...

Continuamente las veo subir a los camiones e ir a comer a los tacos de la quince, también las he llegado a encontrar en la parada que no es parada y una que otra vez en en el dojo del pelakas, o espiando gente tras las piedras en alguna plaza, y me digo, qué envidia, yo quisiera tener alguna vez una amiga como ellas, tener a alguien con quién puedo hablar de estupidez y media y aún así me pela, alguien que no le importa decirme lo que opina de mis tragedias temiendo lastimarme porque si no fuera mi verdadera amiga no me hablaría con tanta franqueza.

Anabel, qué quieres que te diga, si vas a enojarte porque una vez más por poco olvido tu cumpleaños, si te escribo esto y ya es otro día, pero... te quiero mucho y no existen palabras, ni dibujos chafas, ni chocolates de vendedores ambulantes, ni nada capaz de representar lo mucho que significa tu amistad para mí.

Eres como mi hermana mayor que nunca tuve... sí, acéptalo, ya eres una ancianita, así que cuál hermana, eres como la abuelita que nunca tuve, jajaja.

Gracias, por haberme hecho reír cuando más deseaba morir aquella vez en el gimnasio, por ser mi amiga, por siempre tener las palabras que más necesito oír y por soportar mis conversaciones hablando por horas de una sola cosa.
Recuerda que siempre estaré ahí, que no importa cuantas veces te deje morir siempre, siempre que el Alzhaimer no me lo impida, seré tu amiga.

Felicidades!!!!!

"Amigos. Nadie más. El resto es selva."