Hoy volvió, ya no sólo como una actitud o una voz, sino como una presencia, tangible pero invisible, así, sin rodeos ni más advertencia que un simple presentimiento ignorado, llegó como otra pregunta para la que no existe respuesta.
Me dijo que también escribe, le gusta leer y en sus ratos libres ve películas; duerme hasta tarde y domestica gatos salvajes; la única diferencia fue su insistencia en tocar la guitarra y, de vez en cuando, el violonchelo.
Pienso en sus palabras mientras observo mi guitarra, exiliada en la esquina más lejana de mi cuarto, me devuelve la mirada con recelo por abandonarla, cubierta de polvo y con la sexta cuerda rota. Recuerdo las pocas veces en las que conseguí, casi a fuerzas, robarle unas cuantas notas, y la miro ahora, apartada y minusválida, como auqella parte de mí que se rehúsa a manifestarse porque simplemente no he aprendido a hacerlo sin desafinarme, sin romperme, sin sentir que las partituras que me fueron entregadas al nacer no corresponden con el instrumento que hoy sostienen mis manos .
Y me pregunto, si llegáramos a ser idénticas, ¿cómo podría distinguirme de mí misma?
Me dijo que también escribe, le gusta leer y en sus ratos libres ve películas; duerme hasta tarde y domestica gatos salvajes; la única diferencia fue su insistencia en tocar la guitarra y, de vez en cuando, el violonchelo.
Pienso en sus palabras mientras observo mi guitarra, exiliada en la esquina más lejana de mi cuarto, me devuelve la mirada con recelo por abandonarla, cubierta de polvo y con la sexta cuerda rota. Recuerdo las pocas veces en las que conseguí, casi a fuerzas, robarle unas cuantas notas, y la miro ahora, apartada y minusválida, como auqella parte de mí que se rehúsa a manifestarse porque simplemente no he aprendido a hacerlo sin desafinarme, sin romperme, sin sentir que las partituras que me fueron entregadas al nacer no corresponden con el instrumento que hoy sostienen mis manos .
Y me pregunto, si llegáramos a ser idénticas, ¿cómo podría distinguirme de mí misma?