- Hace días que no lloras.
- Quiero llorar hoy.
- ¿Porqué?
- No sé.
- ¿Por qué te das así de fácil por vencida?
- No lo hago.
- ¡Ah!, entonces ¿cómo se le llama a eso de dar un paso atrás y bajar la guardia? Te rindes, es todo.
- No es lo que yo quisiera y lo sabes.
- Y si no lo quieres ¿porqué lo haces?
- Porque creces y maduras y envejeces más rápido de lo que mantienes las ilusiones, porque no es lo mismo a que cuando eras niña y todo lo conseguías. No hay adiós porque ni siquiera hubo un qué tal al principio.
- El reloj ya avanza.
- ¿Qué dices?
- Sí, el que cuelga de la pared blanca que...
- Sí, lo noté pero ¿eso qué tiene qué ver con el asunto?
- La vida no se detiene, no se detuvo nunca, tú fuiste quién la mantuvo en pausa todos estos meses, petrificada, así como si fuera una llamada en espera o algo así.
- Ya entendí.
- Pero el problema aquí era que aunque tú estuvieras en medio de la niebla, suspendida, el mundo seguía andando allá afuera, al mundo no se le acaba la pila ni de pronto se quedan a medio camino sus manecillas.
- Creo que yo no solamente me detuve, sino que también retrocedí, y no quiero saber hasta dónde. Asesina, sí, pero no quiero matar las últimas esperanzas de las personas que están cerca de mí.
- ¿Y las tuyas?
- Ya murieron.
- No para siempre, esas cosas resucitan cuando menos te lo esperas.
- Creí que eras como la parte realista de mi cerebro.
- Sí, tan realista que te saqué de prisión al menos tres veces en las últimas dos semanas.
- ¿En serio fueron tantas?
- Además, en un mundo lleno de posibilidades no estoy condenada a siempre repetir la pesimista y aburrida respuesta del "no", no se puede, no existe, no es real, no funcionará... Uno no elige la parte del cerebro que quiere ser.
- Ni tampoco de quién enamorarse.
- Quiero llorar hoy.
- ¿Porqué?
- No sé.
- ¿Por qué te das así de fácil por vencida?
- No lo hago.
- ¡Ah!, entonces ¿cómo se le llama a eso de dar un paso atrás y bajar la guardia? Te rindes, es todo.
- No es lo que yo quisiera y lo sabes.
- Y si no lo quieres ¿porqué lo haces?
- Porque creces y maduras y envejeces más rápido de lo que mantienes las ilusiones, porque no es lo mismo a que cuando eras niña y todo lo conseguías. No hay adiós porque ni siquiera hubo un qué tal al principio.
- El reloj ya avanza.
- ¿Qué dices?
- Sí, el que cuelga de la pared blanca que...
- Sí, lo noté pero ¿eso qué tiene qué ver con el asunto?
- La vida no se detiene, no se detuvo nunca, tú fuiste quién la mantuvo en pausa todos estos meses, petrificada, así como si fuera una llamada en espera o algo así.
- Ya entendí.
- Pero el problema aquí era que aunque tú estuvieras en medio de la niebla, suspendida, el mundo seguía andando allá afuera, al mundo no se le acaba la pila ni de pronto se quedan a medio camino sus manecillas.
- Creo que yo no solamente me detuve, sino que también retrocedí, y no quiero saber hasta dónde. Asesina, sí, pero no quiero matar las últimas esperanzas de las personas que están cerca de mí.
- ¿Y las tuyas?
- Ya murieron.
- No para siempre, esas cosas resucitan cuando menos te lo esperas.
- Creí que eras como la parte realista de mi cerebro.
- Sí, tan realista que te saqué de prisión al menos tres veces en las últimas dos semanas.
- ¿En serio fueron tantas?
- Además, en un mundo lleno de posibilidades no estoy condenada a siempre repetir la pesimista y aburrida respuesta del "no", no se puede, no existe, no es real, no funcionará... Uno no elige la parte del cerebro que quiere ser.
- Ni tampoco de quién enamorarse.