2010

viernes, 22 de febrero de 2008

Disociaciones

Nunca me he sentido cómoda usando zapatos.

Tenía doce años apenas cuando descubrí que nunca sería perfecta, que por más que me esforzara no lograría hacer todo lo que se supone deberían hacer las señoritas de mi edad porque, para empezar, no tenía ganas.

No entendía porque un mundo al que siempre había visto de una forma definida comenzaba a difuminarse desde sus orillas, dispersando sus siluetas, haciéndome difícil distinguirlas.

Fue así como a base de tropiezos de distintas magnitudes, avancé olvidando lo que un día me perturbaba al grado de no dormir por las noches y pasar los días conversando con las voces, en ese entonces incipientes, que empezaban a ocupar terreno en mi cabeza y exigían compañía.

Y hoy, después de varios años en penumbras te observo, y me observo a la vez, como dos piezas idénticas, me encuentro con ese par de ojos asustados y entonces enceguezco pues, paradójicamente al sentirte cerca no puedo dejar de desconocerme.

Contigo siento que regreso al inicio, a esa parte de mí que por años había tratado de evitar hasta el punto en el que llegué a creer que ya no existía, pues de ninguna forma sobrevive aquello a lo que jamás se alimenta.

Contigo aprendo, y no existe nada que me atraiga de una persona más que su intelecto, esa es mi sentencia, mi debilidad, mi defecto. Te recuerdo y me odio a mí misma por pensarte, porque por más que las cosas cambien nunca me perdonaría por haberme atrevido a contradecir mi propia naturaleza.

De un instante a otro te has convertido en mi línea de horizonte, y yo, preguntándome si sentirás lo mismo, únicamente concibo enfocar un sólo punto de luz a lo lejos: el de tu rostro.

Quiero ser tu culpa, tomarte de la mano y sentir que los límites dejan de sobreponerse, atentar contra los falsos supuestos de que no fuimos hechos para ocupar el mismo espacio.

¿Tú? La pregunta ha sido lanzada al aire sin esperanzas de ser siquiera escuchada.

Me dirijo hacia el espejo, y mis ojos marchitos se pierden atravesando la mancha escarlata de las iniciales MC trazadas sobre la imagen desconocida que la reflexión me devuelve.

Nunca me he sentido cómoda usando zapatos, prefiero caminar con pies desnudos, palpando la contradicción de cada pedazo de tierra bajo mis talones, regresar a lo básico, porque al fin de cuentas, no es el camino sino uno mismo quien decide calzar el tipo de destino que más se adapte al ritmo de sus pasos.

Cartas al Señor Ayer

Derríbame
deslízame cual hoja de papel que se resiste a tocar el duro suelo
sin piedad, rómpeme.

Fractura con un beso, de mis días, los cimientos
vuélveme vidrio y quiébrame en pedazos al tocarme.

Quiero ser un libro para incinerarme al mirarte
borrar toda huella de tu existencia.

Olvídame
arrójame como un suspiro en el más hondo de los silencios y vete
ya no quiero ser tu sombra bajo la puerta.

Yes Yes

Hablamos, y poco a poco te conozco. Te conozco y temo. Temo darme cuenta de que no soy o de que no eres ese alguien necesario, que somos diferentes, y que aún sabiendo todo el uno sobre el otro no dejemos de ser como dos extraños sin reconocerse.
Quizá a lo que más tengo miedo, por egoísta, es a descubrir que no soy lo que yo misma preciso, que entre tus labios y mis ojos además de un oscuro abismo exista un comportamiento ficticio.
Sí, es ese terror de que al encontrarte pierda lo poco de mí misma que me queda, dejar de ser yo para convertirme en un extracto de lo que soy cuando estoy contigo.
Sí, hablamos, y día con día me cautivas aún más, y a pesar de saberte un poco más cerca, aún así me intrigas. Me gustas tal cual eres, inteligente, sin poses, me gusta pensar también que lentamente en tu cabeza voy ocupando un espacio, sin prisas, y que un día sin pensarlo esté lo más próximo a tu corazón.
Prefiero conocerte despacio, ganarme tu confianza, ir paso a paso pues con la misma distancia que hoy separa a mi alma de tu cuerpo, así te quiero.

domingo, 10 de febrero de 2008

Para ti, ¿quién más?

Llueve
y la lluvia ha dejado de saberme a tu recuerdo
la noche se ha vuelto transparente
memorias acuarela desfilan sobre el lienzo negro.

Los dedos de agua resbalan por el vidrio
te acaricio en la distancia
no es lo mismo
no es esa tu silueta detrás de la ventana.

Llueve
y el maullido de mis gatos hambrientos me entristece
un "rompecabezas" nunca es ruido suficiente
como si fuera fácil encontrar un último verso para dedicarte.

La tierra humedecida me sabe a tus besos
los charcos en el suelo me devuelven tu rostro
seguramente es otro sueño.

Mañana despierto y podré olvidar la lluvia
pero tú
tú estás fuera del alcanze de cualquier razonamiento.

PD: A veces quisiera regalarte algo más que vagas letras bruscas, piezas de rompecabezas que jamás estarán en su lugar, que algún día olvidarás tras la lluvia... a veces simplemente quisiera pensar que no me conoces.

Feliz Cumpleaños!

domingo, 3 de febrero de 2008

Mi alma entonces, fantasma

Te extraña
como extraña el soplo de viento esta tarde de invierno
como extraña el guiño del ocaso la noche en la que estoy
como extraña el silencio el irregular tic-tac de tus parpadeos.

Te extraño
como extrañan las rosas blancas una lápida sin nombre en el cementerio
como extrañan a los acentos las palabras
como extrañan las espinas el tibio roce de las yemas de tus dedos.

Te extrañan
como extraña la piel yerma el hueco de tus manos
como extrañan la mirada devuelta de aquel poema a ciegas
como extrañan aquellos labios de agua en medio del desierto.

Porque los días vienen y van


Desandaré mis pasos si es posible, sólo para cruzarme con tus ojos, que la distancia no existe, que el asfalto recorrido no significa un destino trazado.
Me volveré concreto, para sentir el contacto de tus firmes pisadas sobre mi cuerpo, me mimetizaré con éste si es posible, para ser tu sombra sobre el suelo.
Las ciudades no son más que un invento, para diferenciar los pedazos de tierra que erróneamente llamamos nuestros, un concepto utilizado para nombrar los espacios por los cuales sentimos miedo, barreras ilusorias que nos hacen creer que vivimos en mundos completamente ajenos.

Desandaré mis pasos porque estoy seguro de que cualquier dirección que elija me llevará hacia ti, que cerraré los ojos y sobre mis párpados te verás reflejada, no habrá aceras grises ni negros asfaltos, desaparecerá todo cuanto existe y ningún obstáculo me impedirá tu presencia.
Vamos, sigue caminando que retrocederé lo más posible y me aferráré con fuerza a tu brazo, no temas, sé que has llegado al cruce de caminos en el que por última vez tomé tu mano, pero ambos destinos no serán los mismos por más que te culpes y por más que te niegues a aceptarlo.
Anda, te estaré esperando del otro lado como siempre, el mundo es la misma enorme ciudad y no puedes cambiarlo.

Lo siento, debí esperar a que cambiara la luz en el semáforo.