Sólo restos, en mi habitación ya no queda ningún espacio libre sobre el suelo, el miedo se amontona en la cima más alta de la ropa acumulada, mientras que el espejo es sólo una mancha de lágrimas suspendidas que me observan dormir durante la noche.
El polvo a pasado a formar parte de cada superficie sólida, y entre pedazos de gris pardo que estorbaron en la maqueta, UHU y pintura como nuevos acabados en la madera, se esconden debajo las palabras que por tanto tiempo guardé como si fueran el peor de los secretos, como manchas de acrílico permanentes, señales de que tarde o temprano dejan de existir antídotos en contra del silencio.
Pero ya no puedo.
Como si la Dalia con la que he convivido durante 19 años no hubiera sido más que un sueño, y, ahora que despierto, tu rostro es lo único que veo.
Quiero que sepas que me desplomo sin moverme, que me vuelvo torpe al pronunciar tu nombre, que el espejo multiplica la ansiedad de saber que no hay forma de que puedas sentir lo mismo y lo entiendo.
Pero hoy vi algo en tus ojos, algo que, a pesar de ser tan imposible, me alentó a escribirte. Quisiera pensar que es esperanza.
Y lo único que sé es que tú me completas, sin ti no soy más que fragmentos, perdona, pero no tuve el valor de decírtelo hoy al despedirme.
Ya puedes vomitar.
Sé que esto es ridículo, que nunca esperé sentirlo...
Gracias por leer, aunque en estos momentos aún tenga dudas sobre si debo decírtelo, porque sé que me arrepentiré y lo más doloroso sería que tú también lo hicieras, y porque la luz se fue mientras trataba de expresar esto en letras e intento eliminar supersticiones absurdas, si lo has leído entonces no seré tan cobarde, sólo que a partir de ahora me verás con una bolsa en la cabeza. Tal vez nunca lo sepas y esto quede como recordatorio de mi inmadurez.
No pretendo incomodarte así que puedo fingir amnesia, como dije, si no sientes lo mismo lo entiendo, si me dices que es difícil entonces me alejo, es todo.
¿Te quiero?
Los signos de interrogación salen sobrando.
El polvo a pasado a formar parte de cada superficie sólida, y entre pedazos de gris pardo que estorbaron en la maqueta, UHU y pintura como nuevos acabados en la madera, se esconden debajo las palabras que por tanto tiempo guardé como si fueran el peor de los secretos, como manchas de acrílico permanentes, señales de que tarde o temprano dejan de existir antídotos en contra del silencio.
Pero ya no puedo.
Como si la Dalia con la que he convivido durante 19 años no hubiera sido más que un sueño, y, ahora que despierto, tu rostro es lo único que veo.
Quiero que sepas que me desplomo sin moverme, que me vuelvo torpe al pronunciar tu nombre, que el espejo multiplica la ansiedad de saber que no hay forma de que puedas sentir lo mismo y lo entiendo.
Pero hoy vi algo en tus ojos, algo que, a pesar de ser tan imposible, me alentó a escribirte. Quisiera pensar que es esperanza.
Y lo único que sé es que tú me completas, sin ti no soy más que fragmentos, perdona, pero no tuve el valor de decírtelo hoy al despedirme.
Ya puedes vomitar.
Sé que esto es ridículo, que nunca esperé sentirlo...
Gracias por leer, aunque en estos momentos aún tenga dudas sobre si debo decírtelo, porque sé que me arrepentiré y lo más doloroso sería que tú también lo hicieras, y porque la luz se fue mientras trataba de expresar esto en letras e intento eliminar supersticiones absurdas, si lo has leído entonces no seré tan cobarde, sólo que a partir de ahora me verás con una bolsa en la cabeza. Tal vez nunca lo sepas y esto quede como recordatorio de mi inmadurez.
No pretendo incomodarte así que puedo fingir amnesia, como dije, si no sientes lo mismo lo entiendo, si me dices que es difícil entonces me alejo, es todo.
¿Te quiero?
Los signos de interrogación salen sobrando.