2010

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martes, 12 de enero de 2010

Fragmentos de felicidad.

Escucho tu voz. El mundo se detiene.

Intento decirte te quiero, colarlo en las frases de siempre, pero lo único que sale de mi garganta es más frío en lugar de palabras. Dime que no pasa nada, que todo va bien, distráeme de la vida, háblame de la nada, cuéntame que no te hago falta.

Es muy tarde, tu voz se ha instalado en un rincón de mi alma y cada segundo abarca más espacio.
Y luego qué. ¿Qué hay después de lo que siento por ti?

El corazón no escucha, no sabe razonar, ni siquiera se toma la molestia de preguntar qué es lo que quiero. Destruyes con una palabra lo que trato de construir cada día, mis esfuerzos por no lastimarnos caen al suelo y camino sobre ellos.

Tú haces posible que mis latidos y pensamientos se unan y formen una sola cosa. Hablas y en mi mente aparece la imagen de aquella vez en que resplandeciste bajo el sol de invierno. Nunca me he sentido tan bien con nadie más como cuando hablo contigo, lo verdadero no cambia con el tiempo.

¿Qué es lo que esperas? Si lo supiera cometería menos errores. Dices mi nombre y sonríes, creo que pasaré la vida descifrando cómo se puede ser así de feliz en tan poco tiempo y espacio, el cómo vuelves la felicidad tangible, visible. Sonríes en lo que tal vez para ti significa una simple sonrisa provocada por alguno de mis chistes malos, pero para mí son años de lucha interior transcurriendo en cámara lenta.

Adiós, y te vas como si ya supieras cual va a ser cada una de mis reacciones, como si siempre estuvieras un paso más allá.
Te vas y el mundo no muestra señal alguna de haber reanudado su marcha, pareciera que todo lo que pasa sucede dentro de mi cabeza, tengo un sabor a papel en el alma, un vacío en la garganta.
Nunca dejaré de escribir porque eso me recuerda que te has ido.

jueves, 5 de febrero de 2009

Antes de que te vayas

Antes de que mi corazón se parta en mil fragmentos todos distintos, y se mezcle en el suelo con la tierra y el cemento y se disperse.

Antes de que los días se transformen en heridas.

Antes de que el tiempo nos alcance y tan sólo los estantes de la biblioteca sean testigos del silencio que devora nuestra cercanía.

Antes de que las rendijas del aire acondicionado nos observen llorar en secreto, y que las páginas del libro que de pronto desaparece se llenen de lágrimas.

Antes, mucho antes de que mi único horizonte sin ti sea esta estúpida mesa de madera, con sus estúpidos letreros de cubículos individuales para usar laptop.

Antes de que el reloj se detenga...

Quedan cinco minutos
queda tu silla vacía
mis ojos llorosos
no regreses sólo para la despedida.

Quedan 30 segundos
la tristeza solidaria de palabras huérfanas
tres cartas,
un adiós oscuro y sin retorno.

Quedan cincuenta pasos de diferencia
cientos de palabras
arrancar el alma y enterrarla lejos
respirar bajo el agua.

Queda la esperanza
sin certeza
girar el cerrojo
y destruir la única llave.

Queda un abrazo de distancia
dos besos...
Antes de que te vayas.