2010

Mostrando entradas con la etiqueta confesiones que no explican nada. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta confesiones que no explican nada. Mostrar todas las entradas

sábado, 29 de noviembre de 2008

Posdata

Bueno, pues aquí me ha traído de vuelta la conciencia, a sabiendas de que deliberadamente arrugué aquella hoja de papel que tantos recuerdos me costó escribir la otra noche y la arrojé por la ventana para que se la comiera el frío, algo parecido a lo que hice con mi corazón.
Vine para decirte algo primero, sabes que ya me brinqué la parte en la que te digo lo que siento y me contestas que estás muy confundido, quise ahorrarme remordimientos y demás momentos incómodos pues ya pasé por todas las etapas posibles empezando por la negación.
Yo no puedo quererte así de fácil, no es lo mío, no sabes cuánto trabajo me costó comprenderlo y asimilarlo y ahora resulta con qué comodidad (o debería decir debilidad) entregas lo más valioso que posees: la confianza.
A mí no me sale eso de fingir sonrisas ni de andar paseándome con una máscara que disimule la verdad, para qué andarme con insinuaciones o rodeos innecesarios si lo quiero está frente a mí y a punto de desaparecer.
Yo no soy ella.
Si eso te estás preguntando pues no, no te quiero.
No te quiero si lo que prefieres es ver la vida de atrás para delante, ¿te das cuenta de tienes que avanzar algún día o retroceder de una maldita vez, que no puedes esperar aguardando a que el destino elija porque, por favor, tú mismo eres tu destino?, la inmovilidad nunca va a solucionar nada, sólo entorpece y te hace olvidar cómo es que se camina.
Te quiero completamente pero no puedo querer a alguien a quien miras cómo poco a poco se hace pedazos mientras clava los pies y la mirada en el suelo pensando que cada soplo de oxígeno no es más que una injusticia.
No puedes hacer nada para... espera, no es justo, esto debería ser una pelea limpia y tú no deberías saber cómo manipularme, hacer que me vuelva bipolar con tan sólo pronunciar mi nombre. No se vale.
Me gusta mirarte a la cara y decirte: ahorita mismo estoy escribiendo sobre ti, sentir que puedes encontrarme aunque las posibilidades parezcan imposibles.

Aún así, aunque tu voz acabe de golpe con la incertidumbre (¿por cuánto tiempo?, mañana serás el mismo o con cuál de tus múltiples personalidades tendré el gusto de pelear), cualquier cosa es mucho más segura que lo que tú sientes.

Posdata: Eso eres Tú, lo que nunca se termina.

jueves, 12 de junio de 2008

Junio

Sucede que me canso de ser una
de tener uñas y de mirar ejemplos
me canso del verano y del olor a fruta
de las malas excusas para ocultar el miedo.

Sucede que me hiere el dimorfismo
los ojos tristes y el semblante incierto
las cosas que dices y los secretos
el caminar al aire libre sin poder serlo.

Sucede que renuncio a tu mandar arbitrario
a tu reinado absoluto y a tu ejército ficticio
renuncio a ser uno más de tus soldados ciegos.

Sucede que la voz se ha diluído
en el absimo inútil del cansancio
que dejo de ser una cuando te miro
que olvidé mis ojos junto a un libro abierto.