2010

sábado, 27 de diciembre de 2008

Pienso

En lo que me dijiste, en que en verdad olvidé algo en aquel cajón del estacionamiento, extravié mi voz y no me di cuenta hasta caminar de vuelta a casa, no tengo respuestas.

En lo inevitable, en el miedo que me hace aislarme y venir a escribir aquí lo que nunca te digo, en este mismo momento estoy pensando.

Ése es el problema.

viernes, 5 de diciembre de 2008

Nunca cambié de página

Confundí tus manos con papel
Todos tus días blancos
te han encerrado
la tinta no hará más que esparcirlo.

Tomé un montón de pastas
y hojas recicladas
y te resucité.
Ya no hay más fuego del olvido.

Nunca cambié de página
en realidad sólo fingí correr
numeré las hojas
con cada letra robada de tu nombre.

Hice trampa
fingí que avanzaba
mas sólo anduve en círculos.

Nunca cambié de página
en realidad cuando creí leer
hablé contigo.


PD: Dedicatoria especial, para no ofender a nadie, tú ya sabes o en todo caso lo sabrás al momento de leerlo. Una pista: 18.5

sábado, 29 de noviembre de 2008

Posdata

Bueno, pues aquí me ha traído de vuelta la conciencia, a sabiendas de que deliberadamente arrugué aquella hoja de papel que tantos recuerdos me costó escribir la otra noche y la arrojé por la ventana para que se la comiera el frío, algo parecido a lo que hice con mi corazón.
Vine para decirte algo primero, sabes que ya me brinqué la parte en la que te digo lo que siento y me contestas que estás muy confundido, quise ahorrarme remordimientos y demás momentos incómodos pues ya pasé por todas las etapas posibles empezando por la negación.
Yo no puedo quererte así de fácil, no es lo mío, no sabes cuánto trabajo me costó comprenderlo y asimilarlo y ahora resulta con qué comodidad (o debería decir debilidad) entregas lo más valioso que posees: la confianza.
A mí no me sale eso de fingir sonrisas ni de andar paseándome con una máscara que disimule la verdad, para qué andarme con insinuaciones o rodeos innecesarios si lo quiero está frente a mí y a punto de desaparecer.
Yo no soy ella.
Si eso te estás preguntando pues no, no te quiero.
No te quiero si lo que prefieres es ver la vida de atrás para delante, ¿te das cuenta de tienes que avanzar algún día o retroceder de una maldita vez, que no puedes esperar aguardando a que el destino elija porque, por favor, tú mismo eres tu destino?, la inmovilidad nunca va a solucionar nada, sólo entorpece y te hace olvidar cómo es que se camina.
Te quiero completamente pero no puedo querer a alguien a quien miras cómo poco a poco se hace pedazos mientras clava los pies y la mirada en el suelo pensando que cada soplo de oxígeno no es más que una injusticia.
No puedes hacer nada para... espera, no es justo, esto debería ser una pelea limpia y tú no deberías saber cómo manipularme, hacer que me vuelva bipolar con tan sólo pronunciar mi nombre. No se vale.
Me gusta mirarte a la cara y decirte: ahorita mismo estoy escribiendo sobre ti, sentir que puedes encontrarme aunque las posibilidades parezcan imposibles.

Aún así, aunque tu voz acabe de golpe con la incertidumbre (¿por cuánto tiempo?, mañana serás el mismo o con cuál de tus múltiples personalidades tendré el gusto de pelear), cualquier cosa es mucho más segura que lo que tú sientes.

Posdata: Eso eres Tú, lo que nunca se termina.

jueves, 6 de noviembre de 2008

Lista de cosas inconclusas: Este post

¿Cómo desentierras con tanta facilidad la sepultura en mi pecho que tanto me cuesta llenar durante el día?

sábado, 4 de octubre de 2008

Lo que he estado haciendo....

CATEDRA LUIS BARRAGÁN

La plaza ha sido desde la época de los foros romanos y el ágora en Atenas, un punto de encuentro en el cual...

Actualmente, más enfocados en la prefabricación en serie y la expansión de la mancha urbana restamos importancia a estos espacios, la mayoría de veces utilizados como sitios de paso por el traunseúnte atareado, en lugar de ser un lugar reunión y área de descanso.

Tomemos en cuenta que la plaza no es una simple explanada rodeada de árboles insertados sin justificación con o áreas verdes de contorno irregular, tampoco lo son laberintos de asfalto que en lugar de invitar al reposo a los peatones, al contrario, los alejen. Se trata de integrar cada uno de estos elementos, humanizarlos, es decir, hacerlos accesibles, de darles además una identidad propia que no sólo llene un espacio vacío sino que les dé un significado único.

¨La arquitectura mantiene su propio papel de coordinación, mientras que escultura, pintura, decoración y paisajismo se redimensionan como simples aportaciones a insertar en el proyecto general.¨

Ahora bien, existen dos tipos principales de plazas: las plazas tradicionales, que funcionaban alrededor de algún edificio y las contemporáneas, enfocándose en constituir un espacio atractivo de encuentro en donde las personas se reúnen sin algún propósito específico. Para nuestro diseño, utilizamos como referencia elementos de estas últimas, ya que si bien el proyecto está ubicado entre edificios históricos representativos del Estado, no se encuentra subordinado a ninguno de ellos ni se alza como un ente aislado, sino que tiene como objetivo desdibujar el contorno entre plaza y calle pues trata de integrar los elementos adyacentes y con ello unificar los diferentes puntos de encuentro que de lo contrario permanecerían aislados.

Nuestro proyecto comprende…


PD: Sé que ya nadie pasa por estos sepulcros, pero si alguien tiene alguna idea, se agradece cualquier ayuda y se aceptan sugerencias.

lunes, 22 de septiembre de 2008

Éxodo

Página en blanco

martes, 26 de agosto de 2008

Significados

Me miras y sonríes y mi mundo se desequilibra, me vuelvo presa de una felicidad efímera, inconstante, casi transparente, como la llama tambaleante de una vela danzando entre las sombras, que amenaza con extinguirse al más mínimo soplo de la noche; con una felicidad minimalista, torpe, prohibida, de esas de las que sientes que no mereces pero que tienen tu nombre en mayúsculas escrito en el sobre.
Felicidad intermitente, que duele como un calambre y arde como cualquier herida.
Soy esclava de ese placebo inexplicable, único, del cual una vez que tocas a su puerta y huyes con miedo a saber que hay dentro, termina alcanzándote para ajustar cuentas en medio de la calle.
Felicidad que sabes no es para ti y te sientes culpable, que te hace dudar si realmente es felicidad, pero que no se puede negar hasta que se demuestre lo contrario, la extraña felicidad que te provoca el cansancio por la madrugada cuando llevas días seguidos desvelándote.

Me haces tan feliz, y a la vez tan miserable.

jueves, 31 de julio de 2008

Sobrevivimos, ¿o estamos muertos?

- Hace días que no lloras.
- Quiero llorar hoy.
- ¿Porqué?
- No sé.
- ¿Por qué te das así de fácil por vencida?
- No lo hago.
- ¡Ah!, entonces ¿cómo se le llama a eso de dar un paso atrás y bajar la guardia? Te rindes, es todo.
- No es lo que yo quisiera y lo sabes.
- Y si no lo quieres ¿porqué lo haces?
- Porque creces y maduras y envejeces más rápido de lo que mantienes las ilusiones, porque no es lo mismo a que cuando eras niña y todo lo conseguías. No hay adiós porque ni siquiera hubo un qué tal al principio.
- El reloj ya avanza.
- ¿Qué dices?
- Sí, el que cuelga de la pared blanca que...
- Sí, lo noté pero ¿eso qué tiene qué ver con el asunto?
- La vida no se detiene, no se detuvo nunca, tú fuiste quién la mantuvo en pausa todos estos meses, petrificada, así como si fuera una llamada en espera o algo así.
- Ya entendí.
- Pero el problema aquí era que aunque tú estuvieras en medio de la niebla, suspendida, el mundo seguía andando allá afuera, al mundo no se le acaba la pila ni de pronto se quedan a medio camino sus manecillas.
- Creo que yo no solamente me detuve, sino que también retrocedí, y no quiero saber hasta dónde. Asesina, sí, pero no quiero matar las últimas esperanzas de las personas que están cerca de mí.
- ¿Y las tuyas?
- Ya murieron.
- No para siempre, esas cosas resucitan cuando menos te lo esperas.
- Creí que eras como la parte realista de mi cerebro.
- Sí, tan realista que te saqué de prisión al menos tres veces en las últimas dos semanas.
- ¿En serio fueron tantas?
- Además, en un mundo lleno de posibilidades no estoy condenada a siempre repetir la pesimista y aburrida respuesta del "no", no se puede, no existe, no es real, no funcionará... Uno no elige la parte del cerebro que quiere ser.
- Ni tampoco de quién enamorarse.

domingo, 20 de julio de 2008

No hay adiós

Perdón, se me acabaron las palabras para nombrarte al igual que los ojos se desgastan de tanto mirarte a escondidas, ahora sí que no tengo nada, pero qué importa, desde el principio nada tuve sin ti.
Ridículamente vengo a conversar contigo cada noche, ridículamente también, el cerebro interpreta esto como un falso desahogo como si en verdad tú estuvieras escuchándome, o quisieras.
Ya no debería verte, aunque eso implicaría cambiarme de escuela, de casa y hasta de nombre, eres una presencia permanente, alejarme sería como negarme a mí misma.
Porque no te he dicho verdad, desde el viernes hice un pacto de olvidarte, me di veintisiete días exactos, hasta el catorce de agosto intentaré aniquilar la parte de mí que te ama, es decir toda, y no es que crea en imposibles, pero las personas tienden a actuar incoherentemente cuando se enamoran que pienso que existe la posibilidad.
Es absurdo, luchar contra ti pero qué cosa no lo es, los estúpidos horarios, la televisión, que te digan hasta lo que no debes escribir; sólo espero no acabar con las dos partes pues de qué te serviría un cadáver.
De ninguna manera esto significa que haya dejado de quererte, al contrario, pero es la última oportunidad de vida que le queda a esta maldita normalidad, un mes y ya.

lunes, 7 de julio de 2008

Eterno retorno

¡Levántate, ya eres mujer!
Abriste los ojos sin sorpresa - ¿Mujer?, si a penas tengo once. Te levantaste con lentitud, dejando aferradas las horas de sueño perdidas a las cobijas de una cama que no tenderías. Era un día normal, como todos, fin de semana sin ir a la escuela, ver televisión o salir a dar la vuelta en bicicleta al campo, que va, no podría ser distinto tan sólo por el hecho del cielo nublado, era otoño y no era raro que fuera de los primeros amaneceres gélidamente grisáceos.
Aún tenías pegadas en las orejas aquellas extrañas palabras que te habían arrebatado el sueño. "Levántate", bueno, era hora, pero eso del "ya eres mujer" te provocó un escalofrío, ¿qué se suponía?, ¿cómo era posible eso del ya?, ¿qué antes del ser uno es diferente al cuando ya es?, ¿se convierte acaso en distinta persona, muda de piel, cambia de apariencia?
El súbito estremecimiento te obligó a reparar en el reflejo que te devolvía la superficie del pequeño espejo del cuarto de baño. Tus dientes estaban bien, seguían ahí, había algo en ellos que desde que comenzaron a salir te producía rechazo, bueno, la única ventaja de la no dentadura sería no tener que cepillarla. Tu cabello tal vez hubiese crecido medio milímetro durante la noche, pero a juzgar por el negro azabache y los largos mechones lisos, seguía siendo el mismo. Por instinto tocaste tus orejas y las jalaste a fin de que pareciesen más grandes de lo que realmente eran, pero eso no te divirtió, tus labios guardaron una mueca de tristeza y tu nariz se comprimió al inhalar hasta ser tan fina que en el rostro se veía desproporcionada.
Y cuando estabas a punto de salir del cuarto por inercia, sentiste que algo dentro del espejo te sujetó como diciendo "A propósito me has ignorado". No podías escapar, magnéticamente cerraste los párpados a fin de evitar aquel encuentro no deseado. Tenías arrugas en la frente y alrededor de los ojos a causa del esfuerzo por continuar cerrándolos. Fue entonces cuando una sensación desconocida, como una presencia no identificada y por lo tanto no bienvenida, invadiendo tu espacio celosamente personal, te obligó a poner fin a la resistencia.
Abriste los ojos con miedo, aquellos otros, grandes, negros, profundos e idénticos que les cerraban el paso, te devolvieron con crudeza el hecho inevitable de la transición que sin tu pleno consentimiento había sido aprobada y, peor aún, llevada a cabo mientras dormías. Eso se llama cobardía, asesinar por al espalda, hubieras pensado, a no ser porque la verdad innegable de la metamorfosis de la infancia veíase contenida dentro de tus propios ojos.

lunes, 30 de junio de 2008

Metamorfosis

Aspiro el humo del tercer cigarro desde que llegaste. En realidad tú lo aspiras.
Al principio cuando te pregunté si tenías encendedor mostraste desacuerdo, mismo que olvidaste al recordar que soy yo la única persona por la que sientes suficiente confianza, o quizá suficiente odio, como para contarle cosas que no te has atrevido a contarle a nadie.
Y en nada tiene qué ver que sea tu terapeuta, somos amigas desde los once años, y desde entonces no he logrado explicarme cómo es que soportas además de la nube de humo invadiendo el mismo aire que va a parar a tus pulmones, el hecho de que esté checando indiferente, la pantalla de mi ordenador mientras finjo escucharte.
Tengo la misma expresión de "ya he oído suficiente" y al notar de pronto tu silencio, me hace recordar que sigues ahí, seguro vas a querer que apagué esa máquina y empiece con la misma aburrida charla de diván. ¿No se supone que estás ahí para desahogarte y yo simplemente te escucho? No tiene sentido que te llene de consejos que ni yo he sabido aplicar, además, qué es tan importante como para llegar de improviso a mi casa a las seis de la mañana a despertarme sabiendo perfectamente que los lunes duermo hasta las diez. En fin, qué más, pongo expresión de estar interesada y cierro la laptop, de todas formas ya estaba harta de las páginas de poemas en donde a la gente le es permitido escribir lo que sea, por eso es que jamás abrí un blog.
Y bien, y ahora qué dilema detallarías, qué nueva filosofía de vida me sacaría de la manga para que terminara pronto la mezcla de cerveza y lágrimas típica de cada cierre de sesión.
"Dime, las lágrimas ¿ensucian o lavan?", me tomas por sorpresa, mi cerebro no está en buenas condiciones como para crear de la nada una respuesta, lo sabes y por eso continúas, en ocasiones siento que sería lo mismo si incluyeras tu charla en algún mensaje de contestadora o lo hablaras en voz alta contigo misma, no veo la diferencia. Pero claro, prefieres en contacto interpersonal como si eso sirviera de algo.
Continúas mientras mi mente divaga en el futuro éxito que tendrías de decidirte a publicar tus anécdotas o escribir una novela, o quizá yo, si no fueras mi mejor amiga lo pensaría.
Y así van pasando los minutos y mi cerebro y mi estómago se ponen de acuerdo y coinciden en el hambre, el tabaco ya no pudo engañarlos, debí haber programado una alarma en el celular para emergencias como esas, qué más, te diré que es hora de un intermedio o lo que sea.
Justo estaba por sugerirlo cuando me espetaste sin avisar dos palabras que me helaron la sangre, no tanto por la declaración sino por una mezcla de indignación egoísta pues se suponía que yo sabía todo sobre ti y otro tanto por una ansiedad insoportable que en momentos daba asfixia, la misma que por tantos años nos había conducido por el camino de interminables monólogos y asentimientos mecánicos con la cabeza.
"Soy gay", fue lo que dijiste, y no era posible, no es que sea homófoba o albergue en el fondo algún tipo de discriminación, sino que, al no poder lidiar conmigo misma al menos pensé que a ti podía entenderte, y que a pesar del poco interés que mostraba sabías que realmente me esforzaba en ayudarte. No era posible que te hubieras guardado ese secreto durante quién sabe cuanto tiempo, tal vez un mes, dos años o toda la vida, callando el dolor, soportándolo tú sola. Me di asco por no haber podido ser mejor amiga.
Recordé que durante la infancia y parte de la adolescencia jamás en mi familia oí mencionar algún prejuicio injustificado acerca de los homosexuales, a pesar de ser conservadora, la verdad es que tampoco escuché de ellos algo positivo. Simplemente lo anularon como parte de mis conocimientos generales quizá por temor a que algún día se me ocurriera ser así, como si eso fuera cuestión de tan poca seriedad. Al igual que el sexo, continuaron creyendo que si en casa no se hablaba de una cosa las personas no correrán el riesgo de experimentarla. Pero qué ingenuidad.
Las acciones no se evitan con el silencio. Al final te vienes enterando por otros medios nada confiables como la televisión, y la única ventaja es que no existen en ti influencias homofóbicas pero al mismo tiempo, el concepto que te formas es muy personal, vago y lleno de dudas. Como el humo que minutos atrás dejé de exhalar, así de inconsistente.
Apenas me daba cuenta dónde estaba, las ideas se me revolvían en la cabeza, tú siempre habías sido diferente a mis amigos y amigas gay, todo este tiempo habías estado contándole tu vida a una desconocida. Porque así es lo que se siente ¿no?, cuando ocultas algo tan normal pero a la vez tan complejo a las personas que más quieres, sientes que no son ellos, que por más que aleguen conocerte mientras no lo sepan nunca dejarán de ser extraños.
No me preguntes. Sólo continúa, que de pronto el silencio se vuelve más denso, pero entiendo, es mi turno de hablar.
Hace tiempo que decidí escarbar en mis viejos diarios, aquellos con dibujitos y calcomanías en la portada, hojas de colores y adornos que poco a poco se iban desprendiendo, al igual que me iba siendo arrebatada mi infancia. Quise recordar cómo era en esa época, si hubo un tiempo en el que no estuve llena de egoísmo e indiferencia, recordar los juegos, pues eso era sobre lo que escribía.
Nunca imaginé lo que descubriría en esas hojas casi veinte años después, era como si yo misma me hubiera arrancado de la memoria cada palmo de tinta, qué podía ser tan doloroso como para que mi propio cerebro decidiera bloquearlo en un plan de olvido perfecto.
Pero para su desgracia conservaba en los diarios la evidencia, hojeándolos recordé como si fuera otra vida la que mis ojos leían, desde los días en los que sin preocupación alguna pasaba las tardes en bicicleta o jugando a las escondidas, hasta la difícil transición hacia la adolescencia.
Pronto noté la presencia de una serie de palabras o claves, letras en cursiva o escritas con tinta de distinto color; leí en mi propio diario, escrito con mis propias lágrimas el incipiente miedo de que alguien por error o a propósito leyera aquellas confidencias, y es por eso que adopté una especie de código secreto para nombrarla. A ella. A quien mencionaba enmarcando siempre su nombre entre comillas, ya que no me atreví nunca a expresar claramente lo que sentía, pues a mi parecer lo que me estaba pasando era peor que el pecado más imperdonable aunque tan sólo hubiera leído hasta entonces dos veces la Biblia Ilustrada y rezado una vez al año cada Navidad con mi familia.
Sí, tenía trece y estaba enamorada, sé muy bien diferenciar entre admirar a alguien y enamorarse, si estaba confundida entonces lo he estado siempre, años, años de hacer añicos los impulsos, alejándome por temor a que los demás notaran la diferencia entre el nerviosismo de hablar en público, al de tenerla cerca.
Fue así como el sentimiento mutó, el propio mecanismo del dolor fingió anestesia, evité de todas formas quedarme a solas conmigo misma pues así no podría desconocerme, tampoco quería saber quién era.
Hablaba en voz alta.
Sigues frente a mí, inmóvil, jamás podría imaginar si la expresión en tu rostro es de profunda tristeza o de inmensa alegría, "Después de todo las lágrimas desgastan, transforman pero nunca ensucian", me dices mientras me doy cuenta que he sido yo la que todo este tiempo ha asistido a la terapia.

miércoles, 25 de junio de 2008

...

Tu voz
y el equilibrio abandona su lánguido reposo
desconozco el dolor que me atraviesa
en secreto tiembla, el corazón de cristal.

Tus ojos
y todas las palabras antes fueron dichas
la máscara resbala de mi rostro
fingiré que no me miras.

Tu piel
y mi alma náufraga encuentra su isla
barco de esperanzas
promesa de suicidas.

Tu nombre
y la cerradura en mi pecho ha sido removida
la puerta se entreabre
te lo diré algún día.

Tu sonrisa
y de las horas alas como simples manecillas
las sombras se esparcen
la noche se duplica.

Tu rostro
y regresa la parte de mí que no quiero que exista
Tú...
y deja de pertenecerme la vida.

martes, 17 de junio de 2008

Cómo llenar 25 solicitudes y no conseguir trabajo en el intento

"El trabajo ayuda siempre, puesto que trabajar no es realizar lo que uno imaginaba, sino descubrir lo que uno tiene dentro."

Año tras año mi vida laboral ha sido un fracaso. Empecé a los dieciséis con la supuesta iniciativa de independizarme económica y psicológicamente de mis padres, pero siempre, en cada puerta que tocaba me exigían la mayoría de edad o no ser estudiante, ¿acaso un nuevo tipo de discriminación?
En fin, que sobreviví mis diecisiete con trabajos eventuales de capturista, conservando la esperanza de que tal vez algún día sería remunerado el escribir.

Ya para cuando cumplí dieciocho, descubrí sorprendida que mi credencial de elector había llegado tan rápido y al mismo tiempo que desaparecían mis ganas de ser un individuo útil a la sociedad. Total, si ésta se las había ingeniado 18 años para subsistir sin enriquecerse a expensas de mi trabajo, podía esperar.

Pero en eso surgió la voz de mi malvadaconciencia que me recordó que para cualquier empleo en el futuro cada vez más cercano, era absolutamente necesario contar con experiencia. Ni modo.

Estaba harta de ser rechazada en las ofertas que en verdad me interesaban o tener que recibir quince días de capacitación sin salario en lugares realmente desagradables.
Y así, casualmente justo luego de dos largos meses esperando a que el teléfono sonara para decirme que por fin me contratarían, resultaba que el día que se dignaban era un fin de semana antes de entrar a clases y ni cómo acomodar el horario de tiempo completo que me ofrecían.

Ya tengo diecinueve, y sí, mis búsquedas siguen siendo un fracaso, tanto que la vez pasada Yuli y yo compramos el block de 25 solicitudes y nos propusimos llenarlas todas e irnos a lanzarlas al puente peatonal más cercano y en una de esas sí conseguíamos trabajo.

Pero el desempleo no es en vano, tiene sus ventajas, lo realmente malo es el trabajo que hasta te tienen que pagar para que lo hagas, ¿que cuáles ventajas?, pues te enseña muchas cosas, al menos esto es lo que he aprendido durante 19 largos años de inutilidad laboral:

1.- Aprendes que el significado de la expresión "tiempo completo" no quiere decir exactamente ocho horas, sino desde antes que abra el establecimiento hasta dos horas después del cierre, aproximadamente.

2.- Descubres asombrada que en algunos empleos (no diré en cuales, pero en algunas de ellas te venden cajitas de la felicidad) sus trabajadores laboran por "puro gusto" sin importarles los 400 a la semana o a la quincena que reciban, los turnos extra y días festivos, en fin, qué desengaño, y yo que me la vivía creyendo que era por pura necesidad.

3.- Tachas de hipócrita a la frase que dice "Lo importante en lo de adentro", pues no es lo mismo presentarse a una entrevista con converse, mezclilla y camiseta militar que ir por una vez bien peinada en tu vida, perfumada y con ropa "normal". Superficialismos, "Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos" ¿verdad Maquiavelo?

4.- Descubres que los gerentes o jefes de piso cuando más los necesitas se hacen los locos, andan comiendo, es precisamente su día libre o, simplemente, tomaron la decisión de largarse a descansar.

5.- Te sientes mentalmente insuficiente al contestar un examen pre-entrevista de opción múltiple, en el cual se evalúan tus habilidades de liderazgo, trabajo en equipo y compromiso, que más parece una encuesta del tipo revistas de "Lola" para descubrir si el chavo que te gusta te quiere o no (mayoría de A, quizá, mayoría de B tal vez sí, mayoría de C, alomejor no); o en una de esas ser un perfil para el FBI (que en este caso estaría representado por los guardias del estacionamiento), que en un futuro no muy lejano les permitiría dar con el paradero del próximo empleado al que, asediado por el estrés y las horas extra, decida inexplicablemente colocar una bomba en su trabajo, o, porqué no, incluirlas en las entregas a domicilio y así los clientes no tendrían queja alguna de que sus ke-papas no llegaron en caliente.

6.- Te enteras del lado oscuro que hay detrás de las empresas al descubrir que entre el intrincado laberinto que te conduce a Recursos Humanos, se encuentran puertas restringidas que dan a habitaciones en donde son ilícitamente practicadas las luchas clandestinas, torturas tipo "Hostal" y "Juego macabro", habitaciones repletas de payasos diabólicos y que al final si quieres salir tendrás que elegir al azar sólo una de ellas, ya que forzosamente sólo una conduce hacia la salida, o sino, lástima, pierdes el juego y vas directo a la oficina de Recursos Humanos, entre comillas pues en realidad se trata de una habitación repleta de caníbales oficinistas, y tú vienes siendo su recurso humano = comida.

7.- Luego de llenar tanta solicitud, terminas aprendiéndote tu CURP (que de otra forma jamás lo habrías hecho al menos que seas Ranabel) y la dirección con todo y número de las anteriores escuelas donde estudiaste, las mentiras que pones en las referencias personales que hasta terminas creyéndolas, y aprendes la lección de no llenarlas nunca en voz alta ni mucho menos mientras platicas con un amigo, ya que ocurrirán desgracias que podrían arruinar la solicitud como por ejemplo escribir en el apartado de "Cuál es tu meta en la vida", respuestas tales como "titularnos", "superarnos" o "Terminar nuestros estudios".

8.- Trabajar es fácil, conseguir trabajo es lo difícil, pero en esa búsqueda conocemos aspectos de nosotros mismos que dudábamos de su existencia, al fin de cuentas yo cambiaría la frase inicial por "El esforzarse ayuda siempre, puesto que el esfuerzo no es al fin encontrar lo que uno imaginaba, sino descubrir lo que se es capaz de hacer durante la búsqueda."

jueves, 12 de junio de 2008

Junio

Sucede que me canso de ser una
de tener uñas y de mirar ejemplos
me canso del verano y del olor a fruta
de las malas excusas para ocultar el miedo.

Sucede que me hiere el dimorfismo
los ojos tristes y el semblante incierto
las cosas que dices y los secretos
el caminar al aire libre sin poder serlo.

Sucede que renuncio a tu mandar arbitrario
a tu reinado absoluto y a tu ejército ficticio
renuncio a ser uno más de tus soldados ciegos.

Sucede que la voz se ha diluído
en el absimo inútil del cansancio
que dejo de ser una cuando te miro
que olvidé mis ojos junto a un libro abierto.

jueves, 22 de mayo de 2008

Trozos de papel

Sólo restos, en mi habitación ya no queda ningún espacio libre sobre el suelo, el miedo se amontona en la cima más alta de la ropa acumulada, mientras que el espejo es sólo una mancha de lágrimas suspendidas que me observan dormir durante la noche.

El polvo a pasado a formar parte de cada superficie sólida, y entre pedazos de gris pardo que estorbaron en la maqueta, UHU y pintura como nuevos acabados en la madera, se esconden debajo las palabras que por tanto tiempo guardé como si fueran el peor de los secretos, como manchas de acrílico permanentes, señales de que tarde o temprano dejan de existir antídotos en contra del silencio.

Pero ya no puedo.

Como si la Dalia con la que he convivido durante 19 años no hubiera sido más que un sueño, y, ahora que despierto, tu rostro es lo único que veo.

Quiero que sepas que me desplomo sin moverme, que me vuelvo torpe al pronunciar tu nombre, que el espejo multiplica la ansiedad de saber que no hay forma de que puedas sentir lo mismo y lo entiendo.

Pero hoy vi algo en tus ojos, algo que, a pesar de ser tan imposible, me alentó a escribirte. Quisiera pensar que es esperanza.

Y lo único que sé es que tú me completas, sin ti no soy más que fragmentos, perdona, pero no tuve el valor de decírtelo hoy al despedirme.

Ya puedes vomitar.

Sé que esto es ridículo, que nunca esperé sentirlo...

Gracias por leer, aunque en estos momentos aún tenga dudas sobre si debo decírtelo, porque sé que me arrepentiré y lo más doloroso sería que tú también lo hicieras, y porque la luz se fue mientras trataba de expresar esto en letras e intento eliminar supersticiones absurdas, si lo has leído entonces no seré tan cobarde, sólo que a partir de ahora me verás con una bolsa en la cabeza. Tal vez nunca lo sepas y esto quede como recordatorio de mi inmadurez.

No pretendo incomodarte así que puedo fingir amnesia, como dije, si no sientes lo mismo lo entiendo, si me dices que es difícil entonces me alejo, es todo.

¿Te quiero?

Los signos de interrogación salen sobrando.

Dimorfismo

Hoy volvió, ya no sólo como una actitud o una voz, sino como una presencia, tangible pero invisible, así, sin rodeos ni más advertencia que un simple presentimiento ignorado, llegó como otra pregunta para la que no existe respuesta.

Me dijo que también escribe, le gusta leer y en sus ratos libres ve películas; duerme hasta tarde y domestica gatos salvajes; la única diferencia fue su insistencia en tocar la guitarra y, de vez en cuando, el violonchelo.

Pienso en sus palabras mientras observo mi guitarra, exiliada en la esquina más lejana de mi cuarto, me devuelve la mirada con recelo por abandonarla, cubierta de polvo y con la sexta cuerda rota. Recuerdo las pocas veces en las que conseguí, casi a fuerzas, robarle unas cuantas notas, y la miro ahora, apartada y minusválida, como auqella parte de mí que se rehúsa a manifestarse porque simplemente no he aprendido a hacerlo sin desafinarme, sin romperme, sin sentir que las partituras que me fueron entregadas al nacer no corresponden con el instrumento que hoy sostienen mis manos .

Y me pregunto, si llegáramos a ser idénticas, ¿cómo podría distinguirme de mí misma?


sábado, 3 de mayo de 2008

Everybody hurts


Me dices, "mañana cumpliré años". Estoy sentada del otro lado de la puerta reteniendo, una vez más, el llanto. Pienso que debería dar las gracias por tenerte junto a mí, por sentir tu voz a mis alrededores suavisando el cansancio, mientras el sol vuelve a esconderse tras el horizonte al igual que el miedo esconde nuestros labios.

Aún así estoy conteniendo el llanto, el mismo que se acumula cada vez que me invade la certeza de que nunca te podré decir.

Mañana cumplirás años, es verdad, y de qué sirve si no podré estar contigo, si aún sigo perdiendo el equilibrio cuando me tocas, al sentir tu mirada sobre mi ser transparente que aún siendo invisible no puede desaparecer.

Ya no puedo contener el llanto, al carajo, estoy empezando desde cero, no me levanto, me deslizo sobre el suelo mientras desconozco cualquier rastro de quién antes era.

"¿Quisieras morir antes de cumplir diecinueve años?"

Me abrazo a ti porque no existe para mí más esperanza que la que me dan tus brazos, el agua congelada resbala, por mi lengua a mi garganta, así me sabe tu ausencia, a la letra de canción más triste que recuerden tus oídos, a palabras que terminan antes de escribirse, a un libro abandonado, sabe a agua congelada que nunca quitará la sed.

viernes, 2 de mayo de 2008

Odio los hospitales


El único molde de yeso
tus ojos
en los que mi alma se escayola
y entonces dejo de sentirme presa

porque tus manos se vendan
alrededor de mi tristeza
y embalsaman
cualquier agonía que me luxa

y me ciega
te diré te amo
como mejor lo sé hacer
con un beso.

Ahora que he sustituído
las muletas por alas...
cuando he visto
la muerte reír ante mí

por momentos pensé
en morir de una vez
creí que al gritar mi voz
dejaría de ser escuchada,

y entonces te recordé
tu imagen jamás revelada
vino a mí
como un destello de luz imposible

me dije:
tienes qué vivir Dalia
tienes que decirle
que en verdad lo amas...

domingo, 27 de abril de 2008

Simulacro


Escribo… para engañar al silencio, para llenar los espacios que al marcharte vas dejando, la mayoría de las veces para cubrir mi rastro mientras me alejo.

Escribo porque a veces la tristeza no me deja más voz, hasta que la anestesia termina y entonces tu nombre me hace compañía.

Con los días aún conservo el eco de tus palabras, parecen seguirme como lluvia, reflejadas en el cielo nublado como tu piel blanca, sin sombras, y recuerdo cada una de las cosas que dijiste preguntándome la diferencia entre ser normal y la norma, pues para estar contigo no necesito aprobaciones, ni licencias, que si encontrarme a orillas de tus ojos es delito entonces lo confieso.

Escribo para poder perdonarme, el dolor se olvida, tú sólo te vas.

martes, 15 de abril de 2008

Ciclotimia




Te observo madre, van a dar las seis, el sol se recuesta en la ventana hasta caer sobre tu figura dormida. Madre, hay algo que no sabes, en realidad muchas cosas, pero esta en especial deberías saber. ¿Porqué mantuviste siempre los ojos cerrados, como ahora al mirarte, porqué nunca viste más allá de mi rostro... lo sé, tantas cicatrices sólo son el reflejo del dolor que siento por mantenerlo en secreto.

Madre, ¿para ti qué es ser normal?, necesito saber si lo que soy te dará miedo, si lo que estoy a punto de confesarte abrirá las puertas de una confianza inexistente o terminará por destruir todo lazo entre nosotras que a tropiezos logra mantenerse.

Mamá, yo...

Siento una herida profunda ascendiendo desde el pecho a mi garganta, las palabras escapan pues no hago ya ningún esfuerzo por retenerlas, es demasiado tarde, al fin lo sabes.
Madre, tal vez si no hubiera sido siempre tan inconformista, tan independiente, si hubiera aprendido todo lo que siempre quisiste enseñarme...

Cuanto desearía dejar de llorar a solas con el rostro enrojecido contra la almohada, quisiera que me abrazaras aunque ninguna palabra saliera de tu boca, aunque siguieras aún dormida y no recordaras nada en media hora.

Quiero que me digas si esto es mi culpa.

¿Cómo sabré si tomo la decisión equivocada, si me quedo con lo que creía que era tan sólo por el hecho inconsciente de pertenecer a una sociedad a la que no le importo en lo más mínimo, o si me arriesgo a seguir lo que siento y resulta que sólo era pasajero?

Tengo mucho miedo, no recuerdo haber sentido tanto, miedo de sentir dos voces compartiendo mi cerebro, mis ojos, mis manos.

No quiero quedarme para siempre en la línea divisoria, de no reconocerme, de tratar de ser diestra cuando he nacido zurda.

Sigues dormida madre.

viernes, 4 de abril de 2008

Hemoglobina

Hiéreme el cuerpo
preferible sangrar heridas
que con el tiempo cicatrizan
que sentir que se me escapa
la vida
por los poros del alma
eterna hemofilia

si me miras una vez más
sabré que no he muerto

Eres los trozos de sangre
que anidan en mi pecho
somos espejo
mismos movimientos
distinto espacio

Estás tan cerca como el vaho
que exhalo frente al vidrio
el que desaparece al tocarlo
tan lejos como el tramo
que separa dos columnas
siempre paralelo

si me miras una vez más
sabré que sigo viva

Estoy presa en una cárcel
de muros transparentes
y cenizas
que habrá siempre
entre mi rostro y tu rostro
entre nuestros ojos
mirándose a escondidas

miércoles, 26 de marzo de 2008

La parte de mi corazón que no quiero tener

He llorado en el rincón de siempre, pero ningún lugar funciona como refugio a mi vergüenza, he limpiado mi rostro muchas veces, pero de nada sirve si no puedo desempañar el vaho de mis ojos. Me arrodillé, pedí disculpas, pero ni yo misma podría perdonarme.
Dormí, tuve pesadillas, desee nunca despertar y no volver a soñar nunca.
He mirado mi reflejo y descubierto que una vez más, la imagen de ahí dentro ha dejado hace mucho de imitar mis movimientos.
Usé máscaras color tristeza, adorné con cicatrices la fachada de mis problemas. Sabes lo que se siente, despertar un día sin estar segura ni del suelo en el que pisas, creer quien eres y de pronto desconocerte, ser exiliada de tu propia vida, caminar por instinto, sin saber si realmente lo que quieres es retroceder. Nunca planeé esto para mi autobiografía.

Ya he llorado en el rincón de siempre, la esquina entre el escritorio y la pared, abracé las rodillas contra mi pecho como cuando era niña, a oscuras otra vez me derrumbé. Porque sé que ningún lugar sirve como refugio al sufrimiento, párpados translúcidos en una pesadilla, que ninguna cosa que haga podría ser remedio para arreglar emociones, insepultas, que rondan por los cementerios de la memoria y que ocultan, los más terribles secretos para los que nunca existirán rosas blancas, ni lágrimas, ni tumbas.

jueves, 20 de marzo de 2008

Recordé que te lo debo...

(QUE MANERA DE VER EL RELOJ SOBRE LA SABANA...)

Yo te diré
que no tengo manera de ver el tiempo
más que dentro de tus ojos.

Que no tengo idea de quién es Zaha
la que te ama
ni del gancho azul, ni del oso.

Que muy a penas alcanzo
a ver tu nombre, de reojo
transcurriendo sobre mi memoria
reflejándose en el espejo.

Que el tic-tac del reloj
hace aún más profundos tus silencios
que el tiempo contigo arde sin dejar cenizas
y duermo.

Parece que duermo
pero te extraño
antes de saberte sobre mis sábanas
malgastaba mi tiempo

Y escribo
mientras observo el reloj paralizado, en movimiento
y te veo
deslizándote sobre mí más allá de los sueños.

A veces siento
que no es el tiempo
si no tú
el que me hace falta.

Te quiero.

martes, 4 de marzo de 2008

Pour mon meilleure ami il laisse mourir

Alguna vez oí que en el camino uno debería buscar a los amigos como a los buenos libros, que no es preciso tener muchos, sino los mejores.

Cuando entras a una librería, la mayoría de las veces ya tienes en mente el título del texto que esperas encontrar, tu autor preferido, el de la reseña que leíste el otro día o el que te recomendaron, pero no te das cuenta de que aquellos volúmenes aparentemente indefensos son los que a ti te elijen, que cuando menos te lo esperas llega a tus manos uno de ellos que al principio no considerabas porque simplemente no sabías nada acerca de él; sin embargo, al hojearlo descubres que tienen en común más de lo que pudiste haber imaginado, y lo siguiente que recuerdas es que terminas saliendo de aquella tienda con esa sensación extraña de que ese libro que adquiriste no es de esos best sellers que desaparecen conforme disminuye la euforia de las masas, o de aquellos que se quedan acumulando polvo sobre la repisa, sino que inexplicablemente, lo sientes para toda la vida.

Conozco la historia de dos amigas, que al principio de conocerse a penas y cruzaban miradas, que eran tan distintas pero que un día lograron que esas diferencias crearan un vínculo tan grande, capaz de hacerlas patear botes por las ventanas del dojo y saltar domis.

¿Recuerdas?

La receta de la nieve de pistache y la vez que salimos corriendo por el estacionamiento y, que en vez de seguir corriendo te detuviste absurdamente tan sólo para gritar !Ay, Señor!
El día de la competencia en el que salimos corriendo con el karategui a comprar pilas.
Cuando simplemente nos sentábamos en la plaza de enfrente para quedarnos en silencio por horas.
Hay tantas cosas...

Continuamente las veo subir a los camiones e ir a comer a los tacos de la quince, también las he llegado a encontrar en la parada que no es parada y una que otra vez en en el dojo del pelakas, o espiando gente tras las piedras en alguna plaza, y me digo, qué envidia, yo quisiera tener alguna vez una amiga como ellas, tener a alguien con quién puedo hablar de estupidez y media y aún así me pela, alguien que no le importa decirme lo que opina de mis tragedias temiendo lastimarme porque si no fuera mi verdadera amiga no me hablaría con tanta franqueza.

Anabel, qué quieres que te diga, si vas a enojarte porque una vez más por poco olvido tu cumpleaños, si te escribo esto y ya es otro día, pero... te quiero mucho y no existen palabras, ni dibujos chafas, ni chocolates de vendedores ambulantes, ni nada capaz de representar lo mucho que significa tu amistad para mí.

Eres como mi hermana mayor que nunca tuve... sí, acéptalo, ya eres una ancianita, así que cuál hermana, eres como la abuelita que nunca tuve, jajaja.

Gracias, por haberme hecho reír cuando más deseaba morir aquella vez en el gimnasio, por ser mi amiga, por siempre tener las palabras que más necesito oír y por soportar mis conversaciones hablando por horas de una sola cosa.
Recuerda que siempre estaré ahí, que no importa cuantas veces te deje morir siempre, siempre que el Alzhaimer no me lo impida, seré tu amiga.

Felicidades!!!!!

"Amigos. Nadie más. El resto es selva."

viernes, 22 de febrero de 2008

Disociaciones

Nunca me he sentido cómoda usando zapatos.

Tenía doce años apenas cuando descubrí que nunca sería perfecta, que por más que me esforzara no lograría hacer todo lo que se supone deberían hacer las señoritas de mi edad porque, para empezar, no tenía ganas.

No entendía porque un mundo al que siempre había visto de una forma definida comenzaba a difuminarse desde sus orillas, dispersando sus siluetas, haciéndome difícil distinguirlas.

Fue así como a base de tropiezos de distintas magnitudes, avancé olvidando lo que un día me perturbaba al grado de no dormir por las noches y pasar los días conversando con las voces, en ese entonces incipientes, que empezaban a ocupar terreno en mi cabeza y exigían compañía.

Y hoy, después de varios años en penumbras te observo, y me observo a la vez, como dos piezas idénticas, me encuentro con ese par de ojos asustados y entonces enceguezco pues, paradójicamente al sentirte cerca no puedo dejar de desconocerme.

Contigo siento que regreso al inicio, a esa parte de mí que por años había tratado de evitar hasta el punto en el que llegué a creer que ya no existía, pues de ninguna forma sobrevive aquello a lo que jamás se alimenta.

Contigo aprendo, y no existe nada que me atraiga de una persona más que su intelecto, esa es mi sentencia, mi debilidad, mi defecto. Te recuerdo y me odio a mí misma por pensarte, porque por más que las cosas cambien nunca me perdonaría por haberme atrevido a contradecir mi propia naturaleza.

De un instante a otro te has convertido en mi línea de horizonte, y yo, preguntándome si sentirás lo mismo, únicamente concibo enfocar un sólo punto de luz a lo lejos: el de tu rostro.

Quiero ser tu culpa, tomarte de la mano y sentir que los límites dejan de sobreponerse, atentar contra los falsos supuestos de que no fuimos hechos para ocupar el mismo espacio.

¿Tú? La pregunta ha sido lanzada al aire sin esperanzas de ser siquiera escuchada.

Me dirijo hacia el espejo, y mis ojos marchitos se pierden atravesando la mancha escarlata de las iniciales MC trazadas sobre la imagen desconocida que la reflexión me devuelve.

Nunca me he sentido cómoda usando zapatos, prefiero caminar con pies desnudos, palpando la contradicción de cada pedazo de tierra bajo mis talones, regresar a lo básico, porque al fin de cuentas, no es el camino sino uno mismo quien decide calzar el tipo de destino que más se adapte al ritmo de sus pasos.

Cartas al Señor Ayer

Derríbame
deslízame cual hoja de papel que se resiste a tocar el duro suelo
sin piedad, rómpeme.

Fractura con un beso, de mis días, los cimientos
vuélveme vidrio y quiébrame en pedazos al tocarme.

Quiero ser un libro para incinerarme al mirarte
borrar toda huella de tu existencia.

Olvídame
arrójame como un suspiro en el más hondo de los silencios y vete
ya no quiero ser tu sombra bajo la puerta.

Yes Yes

Hablamos, y poco a poco te conozco. Te conozco y temo. Temo darme cuenta de que no soy o de que no eres ese alguien necesario, que somos diferentes, y que aún sabiendo todo el uno sobre el otro no dejemos de ser como dos extraños sin reconocerse.
Quizá a lo que más tengo miedo, por egoísta, es a descubrir que no soy lo que yo misma preciso, que entre tus labios y mis ojos además de un oscuro abismo exista un comportamiento ficticio.
Sí, es ese terror de que al encontrarte pierda lo poco de mí misma que me queda, dejar de ser yo para convertirme en un extracto de lo que soy cuando estoy contigo.
Sí, hablamos, y día con día me cautivas aún más, y a pesar de saberte un poco más cerca, aún así me intrigas. Me gustas tal cual eres, inteligente, sin poses, me gusta pensar también que lentamente en tu cabeza voy ocupando un espacio, sin prisas, y que un día sin pensarlo esté lo más próximo a tu corazón.
Prefiero conocerte despacio, ganarme tu confianza, ir paso a paso pues con la misma distancia que hoy separa a mi alma de tu cuerpo, así te quiero.

domingo, 10 de febrero de 2008

Para ti, ¿quién más?

Llueve
y la lluvia ha dejado de saberme a tu recuerdo
la noche se ha vuelto transparente
memorias acuarela desfilan sobre el lienzo negro.

Los dedos de agua resbalan por el vidrio
te acaricio en la distancia
no es lo mismo
no es esa tu silueta detrás de la ventana.

Llueve
y el maullido de mis gatos hambrientos me entristece
un "rompecabezas" nunca es ruido suficiente
como si fuera fácil encontrar un último verso para dedicarte.

La tierra humedecida me sabe a tus besos
los charcos en el suelo me devuelven tu rostro
seguramente es otro sueño.

Mañana despierto y podré olvidar la lluvia
pero tú
tú estás fuera del alcanze de cualquier razonamiento.

PD: A veces quisiera regalarte algo más que vagas letras bruscas, piezas de rompecabezas que jamás estarán en su lugar, que algún día olvidarás tras la lluvia... a veces simplemente quisiera pensar que no me conoces.

Feliz Cumpleaños!

domingo, 3 de febrero de 2008

Mi alma entonces, fantasma

Te extraña
como extraña el soplo de viento esta tarde de invierno
como extraña el guiño del ocaso la noche en la que estoy
como extraña el silencio el irregular tic-tac de tus parpadeos.

Te extraño
como extrañan las rosas blancas una lápida sin nombre en el cementerio
como extrañan a los acentos las palabras
como extrañan las espinas el tibio roce de las yemas de tus dedos.

Te extrañan
como extraña la piel yerma el hueco de tus manos
como extrañan la mirada devuelta de aquel poema a ciegas
como extrañan aquellos labios de agua en medio del desierto.

Porque los días vienen y van


Desandaré mis pasos si es posible, sólo para cruzarme con tus ojos, que la distancia no existe, que el asfalto recorrido no significa un destino trazado.
Me volveré concreto, para sentir el contacto de tus firmes pisadas sobre mi cuerpo, me mimetizaré con éste si es posible, para ser tu sombra sobre el suelo.
Las ciudades no son más que un invento, para diferenciar los pedazos de tierra que erróneamente llamamos nuestros, un concepto utilizado para nombrar los espacios por los cuales sentimos miedo, barreras ilusorias que nos hacen creer que vivimos en mundos completamente ajenos.

Desandaré mis pasos porque estoy seguro de que cualquier dirección que elija me llevará hacia ti, que cerraré los ojos y sobre mis párpados te verás reflejada, no habrá aceras grises ni negros asfaltos, desaparecerá todo cuanto existe y ningún obstáculo me impedirá tu presencia.
Vamos, sigue caminando que retrocederé lo más posible y me aferráré con fuerza a tu brazo, no temas, sé que has llegado al cruce de caminos en el que por última vez tomé tu mano, pero ambos destinos no serán los mismos por más que te culpes y por más que te niegues a aceptarlo.
Anda, te estaré esperando del otro lado como siempre, el mundo es la misma enorme ciudad y no puedes cambiarlo.

Lo siento, debí esperar a que cambiara la luz en el semáforo.

viernes, 25 de enero de 2008

La última línea

Cenizas y nieve
polvo de tu rastro
lo helado de tu ausencia sin pronóstico
...

Asfalto húmedo
reflejando el cielo blanco
y los charcos que dejaron tus ojos
...

Lluvia agria
invierno falso
y lo absurdo de esperarte en el semáforo
...

Sombra diurna
no bastan las coincidencias
decide terminar ésta, la última línea
trazándola sobre mis labios.

lunes, 14 de enero de 2008

¿Coincidencias?

¿Qué me dirías si te confesara que tu destino todo este tiempo estuvo plasmado sobre un cuadro, adornando felizmente sin que tú te dieras cuenta la pared de la sala junto a la ventana que da para la cocina?
Te diría que estás completamente loca, que no creo ni en los horóscopos, mucho menos en que una fotografía pueda predecir cómo será tu vida.
Es que no te has detenido a observarla, tal vez porque las veces anteriores tu atención se centraba en esa niña de quince años, de mirada perdida y sonrisa falsa, en aquel vestido elaborado en tonos verdes y adornado con pequeñas incrustaciones y esperanzas bordadas.
Aquel retrato era sobre ella, por lo tanto para los ojos que lo enfocaban pasaba desapercibido el fondo sobre el cual posaba esa adolescente de labios tensos y rostro maquillado en exceso.
Nadie imaginó lo que guardó durante casi tres años dicho cuadro, o quizá no. Tal vez simplemente el hecho era tan obvio y permaneció siempre a la vista de todos que por eso mismo nunca nadie lo notó.
Claro, como la famosa carta de Monsieur Dupin, ¿no? ¿Quién lo esperaría de una fotografía encima del marco oxidado de la ventana?
Aún no me crees. Dime, observa bien y dime qué ves.
Tristeza, no puedo entender porqué una persona puede estar hecha pedazos y aún así esbozar una sonrisa. Quince años, nada raro, a mitad de la tormenta de la adolescencia. Pero no quisiera ser cómo ella, tener que volver a esa edad y superar dos veces las mismas tragedias.
Me pregunto cómo es que soportó ese dolor, las lágrimas decorando su vestido, los sueños de plástico.
¿Ya te diste cuenta de la profecía?
Quién iba a decir lo que esa serie de columnas fugadas significaría en los próximos años. Los arcos no perdieron parte de su luz ni de su sombra, al contrario, son ahora esos pedestales en los que su vida se mantiene firme y sin cuarteaduras.
Pero ahora observa bien su mano izquierda, bajo ella aparece ante nuestra vista, como si apenas en el instante en el que nos decidiéranos a mirarla surgiera de la nada, una silla.
¿Y eso qué representa?
Tal vez no su fondo o el espacio como la perspectiva antes mencionada, pero sí algo más propio, algo que sin importar el lugar en que estuviera la acompañaría de la mano toda su vida.
¿Ya adivinaste?
Su descanso, una especie de rincón aislado para cuando necesitara desaparecer de cuadro o tuviera que descansar un rato de la misma postura petrificada de todos los días.
¿Y sigues creyendo que estoy loca?
Quizá no si en este instante hicieras el mismo análisis contrastante con tu propia fotografía...

viernes, 4 de enero de 2008

Otros años

Cómo volver a aquellos tiempos.

En dónde lo inconcreto se desconocía y no había espacio para reflexionar sobre nuevas o antiguas proposiciones, axiomas, postulados, teoremas, ni corolarios.
Dónde lo único abstracto que advertíamos eran los dibujos malpintados a lápiz los cuales considerábamos arte como ningún otro, y el único lienzo en blanco estaba representado por las vastas paredes a las que no tardábamos en engalanar con el más fino arte pictórico a base de crayones.

Aquellos días en los cuales la más alta preocupación figuraba en levantarse temprano para alcanzar a ver desde el principio el maratón de caricaturas y engullir dulces para encariecernos todas las muelas en tiempo récord.

Días eternos, de tardes en bicicleta y noches contando historias de terror a la luz de una fogata imaginada, de juegos a elevadores de armario que desencadenarían en claustrofobia en pocos años, de columpios en árboles ajenos y domingos de helado en el centro, días de esperar sentadas tras el vidrio para ver caer la lluvia y salir a escondidas a mojarnos.

Pies descalzos y dolores de garganta inesperados, de inolvidables escondidas y de pleitos por ver quien de las dos hacia trampa en el turista, quien tenía la colección más grande de tazos.

Como si alguna vez hubiese existido un mundo no dominado por las computadoras, teléfonos, ni despertadores, un tiempo en el que no nos exigíamos más de nosotras mismas cada día, años en los que no era una obligación autoinflingida andar llenando diarios y demás hojas en blanco, sin diccionarios.
Dónde no hacía falta buscar un sinónimo adecuado, un acento correcto, una frase bien hecha, un título perfecto.

En los cuales el único propósito al devorar las doce uvas en fin de año, era que al siguiente todavía hubiera regalos, "no crecer". No crecer para no tener que esforzarnos por impresionar a las demás personas con nuestro trabajo porque al mundo, así tal cual éramos, así le bastábamos.

Días de silencios ahogados por las carcajadas, sin bañarse a diario ni criar gatos.
Sin necesidad de recordarnos a nosotras mismas quienes somos al mirarnos al espejo al despertarnos, verificando escrupulosamente por si acaso esta vez nos hayamos perdido durante un sueño, porque en esos días era difícil no saber quien eres y si no lo sabías a quién demonios le importaba.

Días en los cuales no existían ni Deira, ni Zaha, ni Ashtray, sólo Dalia.