2010

miércoles, 14 de julio de 2010

Vida

Hay un sitio en mi oficina, que reclama tu nombre.
Acabo de escuchar tu voz
pereciera que sigues aquí
revuelta entre mis libros.

Eres el equilibrio
entre la levedad y el peso
tus besos son el camino
y el lugar a donde siempre quise ir.

Fueron días de lluvia y sutilezas
cuando recorrí contigo
las calles del centro como maquetas
de una ciudad pequeña.

Tus palabras
se pegaron a mis párpados
tu aroma a libertad me tomó por sorpresa.

Vi las horas reposar sobre tus labios
y hacia ahí me dirigí
Bajo la sombra de los escalones de concreto.

Fuimos esos dos puntos
unidos en un solo trazo,
en un segundo provocaste en mí
lo que ningún poema antes.

¿Cómo pudiste encontrarme
en medio de tanto desorden
debajo de tanto polvo?

Haciendo del cansancio un invento
de los problemas ilusiones ópticas
El día sin ti no puede llamarse.

Mujer hermosa
dueña de mi tiempo y cuanto poseo
si mi amor por ti fuera un poema
se titularía VIDA.

1 comentario:

Jose Joel Rios dijo...

La pasión al escribir es lo que cuenta en cada versión... de vida.